‘P>to’ el que lea

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  • Publicación de la entrada:20 de junio de 2014

Recientemente la FIFA inició una investigación de lo más peculiar. Trata de determinar si son actos discriminatorios los cánticos que se entonaron en el partido contra Camerún y los gritos de «eeeeeeeeeeeeh ¡¡PUTO!!» que ya son de hace tiempo tradicionales en las gradas de los estadios mexicanos, y que retumbaron en el estadio Castelao de Fortaleza durante los saques de meta del portero de la selección de Brasil (y que fueron emulados por la torcida dedicados a Memo Ochoa).

La FIFA tiene una postura oficial de cero tolerancia a cualquier tipo de discriminación. Hasta ahí todo está claro. Lo que no está claro es cómo gritar esa palabra puede constituir un acto de discriminación.

Algunos voceros oficiales y no oficiales de la FIFA esgrimen el argumento de que el grito de «¡Puto!» violenta el respeto por los homosexuales.

Y yo me pregunto: ¿En qué sentido va la ofensa? ¿Es una ofensa llamar «homosexual» al portero? ¿Por qué? ¿Porque ser homosexual implica una ofensa de suyo? Si es así, la FIFA está haciendo el trabajo en el sentido opuesto al que dice oficialmente que hace, porque es más homofóbico admitir que llamar «puto» a alguien es un insulto que el acto mismo de llamar a alguien «puto».

Si va en el sentido contrario, entonces los ofendidos tienen que ser los homosexuales porque se usa una palabra que es políticamente incorrecta para dirigirse a ellos. Hasta hoy, no he conocido de ningún homosexual que se haya ofendido en todos los años que lleva usándose esa expresión en ese preciso contexto, que se repite partido tras partido.

Pero aun si ése fuera el caso, la propia Comisión Nacional de Prevención contra la Discriminación (Conapred), un organismo gubernamental que ha tenido que «comparecer» ante los cuestionamientos de la FIFA, parece no encontrarle la cuadratura al círculo con su explicación, cuando podría ser mucho más sencillo:

“El grito de ‘puto’ es expresión de desprecio, de rechazo. No es descripción ni expresión neutra; es calificación negativa, es estigma, es minusvaloración. Homologa la condición homosexual con cobardía, con equívoco, es una forma de equiparar a los rivales con las mujeres, una forma de ridiculizarlas en un espacio deportivo que siempre se ha concebido como casi exclusivamente masculino”.

La Conapred hace este enredo para deslindarse de una tradición políticamente incorrecta. Cierto. Pero también lo hace mal, porque perpetra más cuchilladas a un tema que no estaba en la discusión original, y que la FIFA atrajo ingenuamente: la homofobia. Si yo fuera homosexual, le diría a la Conapred: «Mejor no me defiendas, mano». Y para terminar de regar el tepache, saca a colación un asunto de misoginia. Si yo fuera mujer, mejor ni les platico. Cómo se ve que el fútbol es un reflejo de la vida: todo es propiedad lícita e ilícita de los varones.

Todo se solucionaría recurriendo al Diccionario de la Real Academia Española, que ya desde su 22ª edición ha sido más descriptiva que prescriptiva y que, al publicar las entradas que presumiblemente se incluirán en la 23ª edición, da cuenta del uso que se le da a la palabra que es motivo de discusión:

puto, ta.
1. adjetivo vulgar usado como calificación denigratoria. Me quedé en la puta calle.
2. adj. vulg. u. c. antífrasis, para ponderar. Ha vuelto a ganar. ¡Qué puta suerte tiene!
3. adj. vulg. u. para enfatizar la ausencia o la escasez de algo. No tengo un puto duro.
4. sustantivo masculino: sodomita (es decir, que practica sodomía).
5. sustantivo masculino: prostituto.

Cualquiera con medio kilo de cerebro y una mediocre cultura lingüística (como la que se alcanza antes de llegar a los 16 años de edad) entiende que esta consulta al diccionario debe acallar todas las dudas.

El que pretenda llevar a ulteriores instancias el asunto con el fin de extirpar de las tribunas el grito de «¡Puto!» debe entender que también echa sobre sus hombros la responsabilidad de garantizar que nunca nadie le volverá a gritar «¡Ciego!» o «¡Vendido!» a ningún árbitro. No dudo que, con tal de no reconocer el ridículo en el que se incurre, la FIFA emprenda esa cruzada para defender a los silbantes.

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