Tardó 10 años estudiando la Universidad, donde se hizo novio de una activista política. Pero luego volvió a casa sin oficio ni beneficio. Ignatius Jacques Reilly es obeso, maloliente, de aspecto grotesco y de una desfachatez cándida e inusitada, sólo hallada en los grandes idealistas que protagonizan la sátira literaria, y cuyo número se podría reducir a sólo dos: el propio Reilly y Alonso Quijano, el Quijote de la Mancha.
Anclado intelectual e ideológicamente a una añorada época perdida, mediante la Consolación por la Filosofía, del tardopagano romano Boecio, así como Quijote a sus novelas de caballería, Reilly acomete el desafío de salir del claustro autoimpuesto —en el que se ha dedicado a escribir la crítica y la denuncia de la decadencia de su mundo— para trabajar a fin de saldar una deuda absurda e innecesariamente contraída.
Ignatius Reilly se bloquea, está desempleado por elección, vive con su madre y, a menudo, se esconde en su habitación donde se masturba con imágenes mentales de su perro muerto y escribe manifiestos en su (ahora salvajemente desactualizado y ofensivo, pero luego un problema estándar para los escolares) tableta Gran Jefe. El libro está lleno de humor para los bichos raros, los quebrantados de corazón, los inadaptados, los perdedores, para aquellos de nosotros que no siempre podemos hacer frente, que, en un oscuro recoveco de nuestros corazones, tal vez prefieran nunca abandonar nuestros pueblos, o de hecho, el refugio de nuestras habitaciones.
La conjura de los necios ganó el Premio Pulitzer de Ficción, un honor raro para una obra de humor. Por desgracia, John Kennedy Toole no vio ni siquiera su publicación, pues se suicidó con los gases de su auto tras haber sido rechazado su libro en varias editoriales. Curiosamente, fue su propia madre la que consiguió que fuera publicada su novela, en 1980.
El año pasado se cumplieron 50 años de su primera publicación. También se cumplieron 50 años de la fundación de la editorial Anagrama, radicada en Barcelona, sello que ha traído a la hispanidad esta obra inigualable. Para festejar sus cinco primeras décadas, Anagrama lanzó varias colecciones especiales, entre las cuales está una de 50 títulos señeros en la historia de la editorial. La novela de John Kennedy Toole fue lanzada entre estos 50 Compactos de Anagrama, con una cubierta sin barniz a todo color.