Después del vergonzoso papel que hizo la selección mexicana en la Copa América con su equipo alternativo, el Piojo dijo en la rueda de prensa a su llegada a la ciudad de México: “Hay sólo un pendejo que me ataca y ya sabrán ustedes quién es, y me lo encontraré y discutiré con él”.
No sé si se sintió agraviado o si la consigna iba directamente hacia él, pero en su cuenta de twitter, Martinoli respondió: “La elegancia del entrenador nacional me encanta. No es porrista, es barra brava”.
Estos dimes y diretes continuaron con la respuesta del entrenador de la selección nacional: “@martinolimx no soy eso pero ojalá en algún lugar te pueda encontrar. Para arreglar las diferencias”.
Ahora resulta que la selección nacional de futbol se convierte en un mercado de verduras (con todo respeto para las verduleras), donde por medio de declaraciones y tuits las personas que deberían influir para que este deporte sea más profesional, ya sea desde el banquillo o detrás de un micrófono, se desgasten con palabrerías que no construyen ni alientan, por el contrario que generan un ambiente nefasto de ataques y diferencias.
¿Cuando lograremos como país mejorar en este deporte tan querido? ¿Llegará el momento en el que la selección nos haga soñar en grande y no nos deje con el «ya merito» en la boca?
Momento, ¿por qué queremos exigir al deporte cuando en el resto de las áreas sucede lo mismo? nuestra clase política se vive del chongo buscando sus propios intereses en lugar de encontrar la forma de hacer crecer al país, los videos de empresarios agarrándose a golpes por diferencias de dinero están a la orden del día en YouTube: en México es más reconocido un cantante de banda en el aeropuerto que un escritor o un científico con logros destacados.
No podemos exigir lo que como pueblo no estamos dispuestos a dar, debemos convertirnos en personas más informadas, más preparadas, más cultas, de lo contrario, estamos destinados a seguir viendo nuestras telenovelas entre un entrenador de futbol y un comentarista deportivo.
Lamentable.