En los monasterios budistas de incluso los más escondidos poblados de Myanmar, niños de 6 a 14 años inician su formación como monjes. La mayoría de esos niños son dejados en esos monasterios por sus padres a causa de la precariedad económica. Consagrarlos es la única forma de darles una vida, y que esa vida sea digna.
La disciplina es alta: los niños se levantan muy temprano para lavarse y limpiar sus recintos de aprendizaje, y tener sus primeras lecciones del día. Luego desayunan, asean todo en el lugar y continúan con su formación espiritual, que incluye rezos, cantos, lecturas en voz alta así como silenciosa.
Pero durante un tiempo por la tarde, se les da tiempo libre. Y la actividad más popular en casi todos esos lugares es el futbol.
Las circunstancias de esos niños son difíciles, pero en esos lugares adquieren un sentido para su vida que incluye el servicio y la bondad, así como la iluminación intelectual y no sólo espiritual. Hoy queremos celebrar la niñez con esta galería de niños monjes de diversas partes de Asia.
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